viernes, 2 de septiembre de 2011


Balsa Muisca: símbolo de El Dorado

Balsa Muisca en el Museo del Oro en Bogotá
El oro como metal sagrado, receptor de la energía del sol, estrella que da vida y la fuente de fertilidad en la cosmogonía de las sociedades precolombinas encarnaba un profundo significado. Los objetos de oro no fueron considerados símbolos de riqueza material. Subrayaban el prestigio y servían como ofrendas religiosas.

Balsa Muisca
Esta maravillosa pieza, el mejor ejemplo de una figura votiva (ofrenda), mide 19,5 centímetros de largo por 10,1 de ancho y 10,2 de alto. La pieza ha sido elaborada en el período tardío de la cultura Muisca, entre los años 1200 y 1500 D.C.

La Balsa Muisca fue fundida en una sola pieza, mediante la técnica de la cera perdida en un molde de arcilla. El metal es oro de alta ley (más de 80%) con plata nativa y cobre en aleación.
En el centro de la pieza se encuentra un personaje de gran importancia y tamaño destacado que se interpreta como el cacique. La figura central está rodeada por otros doce personajes menores.

Algunos portan bastones, los del frente llevan dos máscaras de jaguar y maracas de chamán en sus manos y en los muy pequeños, que están al borde de la balsa, puede reconocerse a los remeros.

Descubrimiento de la Balsa Muisca
La Balsa Muisca fue hallada en una cueva, en el municipio de orfebres Pasca, al sur de Bogotá, en 1856 por tres campesinos, entre otros numerosos objetos de oro. Se encontraba dentro de un recipiente cerámico que tenía la forma de un chamán sentado en posición de pensar, con la mano en la barbilla.

Cuando en Pasca corrió el rumor del hallazgo, el cura del lugar, comprendió inmediatamente su importancia como patrimonio y emprendió su defensa de la exportación ilegal y de la fundición.




Balsa Muisca en el Museo del Oro en Bogotá
La Balsa Muisca fue adquirida por el Museo del Oro y desde entonces se encuentra expuesta en su sede de Bogotá.

La visita en el museo culmina con un acto ritual que traslada a los visitantes a los tiempos a los tiempos del legendario El Dorado.

La pieza más legendaria del museo nunca ha salido del país, ni siquiera en una de las casi 200 exposiciones temporales con las que el museo da a conocer el patrimonio colombiano ante los ojos maravillados del mundo.

Leyenda de El Dorado
La leyenda está relacionada con el nombramiento del nuevo cacique asociado con el señor de Guatavita (no obstante, la balsa no se encontró en Guatavita) y la famosa ceremonia de El Dorado. De acuerdo con los relatos de los cronistas, cuando moría el cacique Muisca, su sobrino era reconocido por su pueblo en una ceremonia que incluía la navegación en una balsa y la ofrenda de piezas de oro y esmeraldas que se arrojaban a la laguna.

En la balsa se sentaban también los principales jefes adornados con plumas, coronas, brazaletes, colgantes, pendientes de oro y cada uno llevaba su ofrenda. Antes de tomar posesión, el joven quedaba encerrado en una cueva. El día de la ceremonia, en la orilla de la laguna se colocaban cuatro braseros encendidos, en los cuales se quemaban: moque (incienso indígena), resinas y otros perfumes para que el humo que salía, ocultara la luz del día. Al mismo tiempo, los sacerdotes desvestían al cacique, le ungían con una masa pegajosa de tierra mezclada con oro en polvo. Más adelante, el cacique se subía a una balsa. A sus pies se colocaban numerosas cantidades de oro y esmeraldas.

Cuando la balsa dejaba la orilla, empezaba a sonar la música, con pitos, trompetas, flautas y cantos hasta que la balsa llegaba al centro del lago. Entonces se alzaba una bandera, en señal de silencio. El cacique se arrojaba al agua y tiraba a la laguna sus ofrendas. La balsa regresaba hacia la orilla y comenzaba la fiesta en honor al nuevo heredero reconocido como jefe y príncipe.

Más información: Página del Museo del Oro en Bogotá

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